sábado, 18 de julio de 2015

Muy personal

Llega un tiempo en el que todo lo entiendes y todo lo aceptas. Al principio cuesta entender que las cosas, pero Dios tiene el control y sabe cómo actúa.

Solía mendigar atención, cariño, amor. Creía que era sano y que era lo que merecía, pero con el tiempo he podido entender que el amor no se mendiga. Quién te va a querer, te quiere exactamente como eres, por lo que no necesitas recoger de las migajas que se le van cayendo porque tiene amor incondicional y personal para ti, no la sobra.

Entendí que no se debe tratar de retener a nadie en tu vida. Debemos de dejar ir a todo el que tiene la intención de abrir la puerta e irse de nuestras vidas. Cada persona llega con un propósito específico, unos llegan para quedarse, llenando tu vida de amor, de paz, de comprensión, de amistad incondicional. Otros llegan para enseñarte algo y luego se van. Otros llegan para dañar y de esta manera, hacerte una persona más fuerte y enseñarte el lado malo de las personas. Otros llegan esporádicamente y así mismo se van; son personas por tiempo definido. Y todos esos que llegan nos dejan algo, positivo o negativo, todo depende de las circunstancias y de los lentes que uses para mirar las cosas.

Quién se aleja de ti porque no tolera tu forma de ser, no merece más nada de ti. Quién te pide que cambies para poder seguir a tu lado no vale la pena en tu vida. El día que decidas cambiar que sea porque así lo crees tú, por una decisión personal y porque entiendes que es para tu crecimiento personal.  Cada persona es como es y eso es todo.

Hay personas que se van con esa etapa pasada de nuestras vidas. Por más que uno quiera que pasen a otra etapa, es imposible. Debemos dejarlas ir y seguir adelante. Cuando unos se van, otros llegan. Así es la vida.
Hoy le digo adiós a todo aquello que me ha hecho sufrir en estos últimos años. Le digo adiós a la indiferencia, a la poca tolerancia, a los celos, a las suposiciones, a la espera, a la dependencia, al silencio, a decirlo todo, a esperarlo todo, a darlo todo, a querer demasiado, a mendigar, a imaginar, a no valorar a los que verdaderamente me aman por estar detrás de quién no me valora, a no creerme que tengo los mejores amigos del mundo, a no quererme, a no creer que soy buena persona y que las personas me quieren por lo que soy… Y a tantas cosas que me han mantenido el corazón encogido y triste.

Me ha costado mucho entender que mi felicidad no está en manos de los demás. No está en manos de ese amigo/a que me trata con indiferencia o que me olvida; tampoco está en mi familia, ni en mis compañeros de trabajo o de universidad… No está en ninguna persona que no sea Dios y yo. Le digo adiós a todo lo que me roba la paz y la felicidad porque entiendo que mi felicidad no es negociable.  Primero Dios (centro de mi vida, mejor amigo, gran y único amor, cómplice, soporte, amor), después yo, después yo, nuevamente yo, y después todos los demás. Si no me amo yo, quién lo va a hacer? Por qué malgastar mi valioso tiempo en preocupaciones innecesarias?

Dice Walter Riso: “Si no te aman, no ruegues ni te arrodilles. El amor no se suplica ni se exige, sólo acontece. Y si no ocurre, te retiras dignamente”

He mirado a mí alrededor y estoy rodeada de excelentes amigos, de mucho amor. Y ha sido ese amor, junto con el de Dios (no me ha abandonado en ningún momento), los que me han sostenido y dado fuerzas durante este tiempo. He querido forzar amistades, descuidando a esos amigos que han querido ocupar un espacio en mi corazón y hoy digo basta!


Hoy me libero y decido ser feliz con lo que Dios tiene preparado para mí, aceptando y valorando sus bendiciones.