Es no llorar por lo que fue y no será, sino darle gracias a Dios porque un día fue y fuiste feliz.
Madurar es aceptar los cambios. Saber que algunas cosas que fueron, ya no son y tal vez no vuelvan a ser.
Es aceptar que por los errores del pasado hoy estás pagando las consecuencia. Y que a causa de ellos, perdiste a personas que querías.
Es no mirar atrás buscando lo que fue, sino mirar al frente y valientemente aceptar lo nuevo que viene.
Es, aunque duela, decir adiós.
Es no culpar al otro por lo que perdiste, sino mirar dentro de ti, reconocer tus faltas y trabajar para cambiarlas.
Es aceptar, para crecer y ser mejor mañana por ti y para los demás.
Es aceptar que estás en la parada equivocada, porque ya no eres guagua de esa ruta.
Es dejar ir lo que no se quiere quedar, y abrirle la puerta a aquello que lleva rato esperando fuera.
Es no mendigar, bajo ninguna circunstancia, ningún tipo de amor. Es entender que el amor no se exige, no se impone, NACE y se va alimentando día a día.
Es no poner mi felicidad en otra persona, sino simplemente ser feliz porque así lo decido y porque merezco serlo.
Divanna Chicón S.