domingo, 24 de junio de 2012

Qué bueno!...

Buscando por ahí he encontrado algo con lo que tal vez muchas personas se identificarán. Cosas que pasan que nos enseñan y muestran lo que realmente merecemos y lo que no. Lo que vale la pena tener y lo que no. Por lo que debemos luchar y lo que no vale la pena conseguir.
La vida nos enseña muchas cosas, pero más nos enseñan esas personas que aparecen en nuestras vidas y que de una forma u otra dejan ese huella que nos marca positiva o negativamente.
Espero que te guste esto que no es de mi propiedad, pero que es muy real en la vida de muchas personas. No mires las cosas negativas que pasan, aprende de ellas que TODAS dejan una enseñanza. No te quejes por lo que nunca llegaste a tener o por lo que nunca te dieron, por algo Dios no permitió que así fuera. Vive, ama, perdona, olvida...
Por un lado me alegro de todas las cosas que NUNCA sacrificó por mí. Me hicieron rectificar que el hacer por los demás no es ningún contrato que asegura que harán lo mismo por nosotros. Me alegro de todos los lugares donde no me llevó, son menos recuerdos que borrar de mi memoria. Me alegra el hecho de que nunca sacrificara un tiempo con sus amigos o cediera espacio de su mundo para compartirlo conmigo, son de las cosas que jamás hubiese podido olvidar. Me alegra que nunca luchara por alguna causa mía, eso me hubiera hecho vulnerable. Siempre agradeceré el hecho de que nunca trató de entenderme, sería algo que me dolería en su ausencia. Qué bueno que en las peleas y  los malos entendidos nunca me buscó o dijo: “lo siento”, “me pongo en tu lugar”, eso me hubiese atado a su vida. Qué bueno que nunca dejé de ser terca y antisocial; al introducirme en su entorno hubiese sufrido la separación de “amigos”. Qué bueno que no me sacó un día en los fines de semana, eso hubiese sido una costumbre más para mí, y la costumbre siempre puede más que la razón… Qué bueno que nunca  me dijo: “cuánto aprecio las cosas que haces”, eso me hubiese puesto en una posición incómoda al saber que me valoraba. Qué bueno que todo lo que no pasó me hizo recordar todo lo que yo imaginé que pasaría. Qué bueno que todo lo que pasó me hizo abrir los ojos y entender y creer que merezco más de ahí, algo mucho mejor. Qué bueno es saber que de los errores se aprende, porque con ese error aprendí a mirar lo que merezco y no la sobra que dejan otros.
¡Qué bueno que haya pasado todo lo que pasó